La Fenice

Visitar el Teatro de la Fenice o asistir a una ópera o concierto o representación teatral es un verdadero placer veneciano.

Ángel y yo estábamos en la Plaza de San Marcos de Venecia y pensamos: «¿Por qué no vamos a visitar La Fenice, que está justo detrás? «. Efectivamente, «La Fenice» está muy cerca de Piazza S. Marco: a unos 5 minutos. Este teatro fue renovado tras un incendio en 1996 que casi lo destruyó por completo, como siempre el ave fénix resurge de sus cenizas. Tuvimos doble suerte, ya que al visitarlo hacia las 10:30 de la mañana, también pudimos ver a la orquesta ensayar para la ópera de la noche. La acústica es fenomenal y el interior del teatro es extraordinario. El precio de una visita con audioguía es muy asequible, sin embargo, para asistir a una representación hay que reservar con mucha antelación.

Oriane: ¡Fue mágico! Envolvente. En el primer movimiento, al cabo de un minuto ¡estaba llorando!

Angel: ¡No abuses, es sólo una ópera! Nada serio!

Oriane: ¡Pero tú también lloraste! ¡Ya te he visto!

Angel: Ya lo creo, no tiene nada que ver: ¡las mías eran lágrimas de hombre!

Tras nuestra primera visita a La Fenice, en la que tuvimos la suerte de asistir a un ensayo y asomarnos un poco al sonido que emite este templo de la música, no pudimos resistirnos a reservar una noche para ver una ópera en este sublime recinto en nuestro siguiente viaje a Venecia.
Así que durante nuestra estancia en el Carnaval 2018, fuimos a escuchar y ver la ópera bufa «L’italiana in Algeri» escrita por Rossini en 1813. ¡Y no nos decepcionó! Aparte de que esta ópera fue escrita en Venecia, de que es divertida y rítmica, y de que el vestuario y la música son sublimes… ¡es la extraordinaria representación en esta sala lo que queremos intentar describir!

Desde las primeras notas, nos vimos literalmente envueltos por un sonido cristalino, vivo y penetrante. La música nos rodeaba, podíamos sentirla físicamente. Se nos empañaron los ojos, nuestra respiración cambió, la emoción nos embargó. Sí, lloramos desde las primeras notas. Y el gran Ángel también.

Angel: ¿De qué va Oriane ahora? ¡Estaba resfriado y había corrientes de aire! Es un edificio antiguo, estaba polvoriento, ¡también tienes que entenderlo!

Oriane: Sin comentarios… Seguiré…

Así que decía… la música estaba por todas partes. Imposible saber de dónde venía el sonido.

Oriane: Cuando todos los cantantes cantaban juntos, por un momento pensé que toda la sala se había puesto a cantar. Casi canto yo también. Luego giré la cabeza hacia todos los lados: ni un solo espectador cantaba. Me lo pensé mejor.

Angel: ¡Creo que has hecho lo correcto! No deberías haber estado cantando.

Además, este teatro está tan bien diseñado que los decorados están magníficamente representados. Cuando cambia el escenario, la sala parece moverse. Te transportas a otro plano, a un lugar nuevo, sin darte cuenta de que se trata de un decorado de teatro. La extraordinaria configuración y acústica del Teatro La Fenice permite al director situar a los cantantes en diferentes lugares, en el auditorio, en un camerino, lo que nos permite vivir aún más la escena desde dentro y multiplicar por diez la emoción.

Cuando salimos, estábamos completamente desconectados del mundo. Todo el estrés había desaparecido, pero seguíamos teniendo una sensación especial, una emoción fuerte.
Caminamos durante tres cuartos de hora completamente al azar, antes de darnos cuenta de que no estábamos tomando la ruta correcta para volver a casa. Estábamos cerca del puente de Rialto, aunque nos alojábamos en el sestiere de Dorsoduro, a tiro de piedra del puente de la Accademia.

Angel: Recuerdos, recuerdos… Sólo recordar ese momento mágico alivia el estrés de mi semana… Pero no es suficiente. Ya han pasado varios meses. Necesito un recordatorio. ¿Cuál es el programa de La Fenice para nuestra próxima visita?

Oriane: Para alguien que teme el polvo de los edificios antiguos y no se emociona hasta las lágrimas durante una ópera en La Fenice, ¡todavía te encuentro bastante conmovido cuando vuelves a hablar de ello!

Angel: Bueno, ¿reservamos una noche entonces?

Oriane: Dac… ¡Esta vez pensaremos en los pañuelos!